martes, 20 de mayo de 2008

EL TIEMPO NUESTRO DE CADA DIA

Los seres humanos, debido a nuestra delicada fisonomía, somos una de las criaturas más frágiles del universo. Pero utilizando nuestra inteligencia y tozudez, conseguimos retos inimaginables. Eso es lo que ocurre, cuando inesperadamente los cambios meteorológicos nos sorprenden y ponen a prueba nuestros instintos, imaginación, y la capacidad de reacción para conseguir salir de situaciones angustiosas, forzando nuestra forma física a prueba de centros de alto rendimiento. Una tarde de domingo, viendo pasar los minutos del reloj, sentado en el sillón de casa, miro por el ventanal y este me ofrece una vista serena , primaveral, con una pequeña nube de algodón dibujada en la inmensidad de un precioso cielo azul, pensé, ¿Qué hago yo aquí encerrado?. No tarde cinco minutos en sacar del trastero el escueto equipo que utilizo para la captura del Bass (el chaleco, la caña y una cantimplora), en poco mas de media hora me encontraba en la orilla del Almonte. Hacia calor, tanto, que me deshice de la camiseta y sobre mi cuerpo solamente vestí un par de botas, las calzonas y el chaleco, este ultimo, útil necesario e imprescindible para alojar en sus múltiples bolsillos los peces, cucharillas, rápalas y accesorios destinados a la captura del centráquido. El margen derecho del río se recorta entre pizarrales, unos mas elevados que otros, en su primer tramo, las lanchas se amontonan unas sobre otras, no dando tregua al pescador que intenta buscar vereda entre ellas sin conseguirlo, cada paso se asienta la planta del pie para ver si la pizarra que toca avanzar se mueve o se desplaza en el desnivel, en ocasiones debido al equilibrio del paso, la prueba no ejerce suficiente presión y cuando la pierna trasera queda en el aire, la primera en su peso total lanza la pizarra cuesta abajo, provocando en primer lugar el chapoteo indeseado a su llegada al agua y por supuesto, el susto alarmante del que no se lo espera que inexorablemente despierta el resorte para que el siguiente paso sea mas cauto, sin poder evitar este trance en mas de una ocasión. Una vez superado este tramo, se respira hondo y bajamos al único rincón que presenta este lado del río, ochenta metros, no mas, disfrutamos de orilla, no suelen ser fructíferos los lances, pues la comodidad de este margen, que por otro lado, consiguen acceder el ochenta por ciento de pescadores está sometido a una presión de pesca importante, aun sabiendo los resultados, resulta prácticamente imposible no tentar la suerte, que rápidamente nos asiente el sentido común y decidimos continuar río arriba en busca de peces menos resabiados. Empezamos a partir de aquí una verdadera escalada, las mesetas cortadas que nos ofrece el pizarral, donde cogen poco menos que los dos pies juntos, solamente sirven para descansar las piernas, faltas de ejercitar en estos terrenos. No es lugar adecuado para el lance desde estos acantilados, pues en caso de capturar trofeo, seguro que perderíamos la pieza y los arreos, por lo tanto, continuamos en busca de una playa que nos ofrece un poco más arriba, donde si es posible y obligado escudriñar sus cortados en busca de buenas capturas. El calor tan bochornoso que hacia, en un abrir y cerrar de ojos, se convirtió en tormenta, con una rapidez inusitada, desapareció el sol, y aquella nubecita de algodón, convertida en borrasca después de haberse tragado el cielo, comenzó a escupir goterones que manchaban la pizarra con el tamaño que un hisopo dibuja la pared encalada, el viento rizó el agua, la oscura nube se vertió literalmente en aquel paraje, mientras yo, solitario y empapado, intentaba guarnecerme en un saliente que a barlovento mitigaba el aguacero. No duró más de cinco minutos, pero enseguida presagie que el entorno no me ofrecía seguridad, al contrario, solo con girar mis tobillos, sin levantar los pies del suelo, pude encajar que me encontraba en una pista de patinaje, no, que digo, sobre sebos regados con viscoso aceite, no, peor, algas resbaladizas sobre liso mármol, o quizás mucho peor, un pizarral regado en abundancia, nada resbala más que un pizarral mojado. Lo primero que comprobé fue si mi teléfono móvil tenía cobertura, mi decepción fue mayúscula, no tenía ni una ralla. Sin mover un músculo, plegue con sumo cuidado mi caña “Trabuco” (30 cm., plegada) y la guardé en la cremallera que la parte de atrás de mi chaleco ofrece con mas capacidad. Desde ese momento, disponía de dos manos. Sopesé, la posibilidad de guardar inmovilidad hasta que la caliza secara por completo, pero en ello, corría el riesgo de quedarme sin luz, lo cual me parecía bastante mas arriesgado que intentar una escalada en vertical, utilizando todos mis sentidos y ninguna prisa en avanzar. Así lo hice, los cuatro o cinco metros que me separaban del ansiado elemento tierra, deje las uñas incrustadas en cada saliente, no falto de sobresaltos, pues en alguna ocasión, mientras una mano sujetaba, la otra arrancaba la lasca saliente, obligándome inmediatamente a elegir de nuevo la que mi vida agradeciera eternamente. Las primeras ramas que tocaron mis manos, tenían el tacto del perfecto mango ergomico digno de un rey, mi vientre se arrastró entre materiales campestres que arañaban mi piel, por supuesto, sin producir ningún dolor, agradecido que piedrecillas, ramas pinchos y demás elementos me sujetaran del consorcio que la nube y la pizarra habían hecho para acabar con mi persona. Una vez más se superaba la prueba que el homínido tenia con los elementos, una vez mas, la lección se daba inapelablemente, sin tapujos, sin ficciones. Una vez más, el alumno absorbió la lección y se empapo de supervivencia. Por favor, no me preguntéis por la pesca.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego para haberte matado, dices que no preguntemos por la pesca lo que me hace suponer que ese día fue "bolo" total no? Saludos amigo, buenas historias y entretenidas

Anónimo dijo...

Como se ve que ya tenemos nuestros añitos Macarthur, contamos historias apasionantes como en su día nos las contaros a nosotros también. Bueno hoy no he sido escueta ehhhhhhh.
Mer.

Anónimo dijo...

Sigo tus comentarios, los cuales me parecen estupendos. Deberías contactar con alguna de las cadenas de TV locales o regionales para hacer algún documental, ya que los que sulen poner no son tan reales como tus vivencias.
Sigue así.
TABURETE

Unknown dijo...

Gracias por vuestro apoyo, amigos. Los comentarios son sumamente benevolos con mi persona, pero os puedo asegurar que me dan muchísimo ánimo para escribir con más énfasis, si cabe, mis historias, que en realidad son la vuestras.

Gracias.

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El regreso a nuestros origenes, la pasión por la naturaleza.