jueves, 25 de septiembre de 2008

GUIA PRACTICA III

Entramos de lleno en otoño, estación asimilada al regreso, dejamos el periodo estival con pena, más que nada, por tratarse de una etapa dedicada al descanso y al ocio, nos ahoga la responsabilidad de la rutina y la pérdida paulatina de las horas de luz, los días se acortan irremediablemente, para dar paso a otro clima, la intensidad de los rayos solares se debilitan en la opacidad de nubes que dibujan distintos grises, es hora de cambiar los hábitos. Ahora tenemos la ocasión de campear a cualquier hora, no deben preocuparnos, los chubascos ocasionales que suelen barruntar nuestros cielos estos días, una pequeña mochila será suficiente para contener una prenda impermeable ligera, o incluso un pequeño paraguas para casos de apuro, eso si, unas buenas botas que arropen nuestros pies de barros, con suela antideslizante serán de gran ayuda en casos extremos. Las callejas, caminos y cañadas, adquieren un encanto especial, el duro, reseco y polvoriento caminar es sustituido por fresco y amortiguado paso, los bosques, cambian de color de una semana para otra, huertos y frutales ofrecen ornamentales vistas que no pueden brindar en otra época del año, resulta sumamente agradable, sentir el viento impregnado de tierra mojada en un paraje elevado, observando el desplome de las nubes en la lejanía sobre un campo de colores pajizos abrasados por el sol veraniego, resuenan al fondo los quejidos con voz bronca de la tormenta, mientras insectos, aves y demás fauna, habidos de supervivencia, se apresuran en buscar refugio de lo que se avecina. Una vez contemplado el cuadro, es momento de regresar al calor hogareño, pero si por cualquier razón, os alcanza la tormenta, evitar resguardaros bajo árboles, no transitéis por vaguadas o cañones, donde la abundancia de lluvias en suelos que todavía no son permeables, arrastran grandes cantidades de agua en poco tiempo, no temáis el chaparrón, desconectar móviles o similares y por supuesto, no utilicéis el paraguas si existe aparato eléctrico. Es consejo de esta guía, que disfrutéis de la abundancia de frutos que ofrece el equinoccio otoñal. Pasear entre castaños, recogiendo sus corazones arropados de erizos para hacer las delicias de recetas ancestrales para toda la familia, membrillos y zamboas, debidamente cocinados os harán disfrutar de una deliciosa carne azucarada, digna de los paladares más exigentes, rojas granadas de jugosos granos pueden deleitar a pequeños y mayores, simplemente rociadas con un poco de azúcar, ya no os quiero decir nada de las apreciadas setas de otoño, en este particular, si deseo dejar bien claro el riesgo que tiene para los neófitos en estos menesteres, si bien, cualquiera puede recolectar estos frutos extraños, siguiendo unas pautas estrictas de conocimiento, pero muy sencillas. En primer lugar, es un pretexto perfecto para salir al monte a respirar aire puro, dado que estos pequeños tesoros se encuentran en un ecosistema de suma fragilidad, necesitan de nuestros cuidados, por eso, son útiles imprescindibles, una navaja de buen filo, para cortar la seta dejando sus pies enterrados, de esta forma somos respetuosos sin dañar el micelio. En segundo lugar, una cesta, donde se pueden ir depositando con las laminas hacia abajo, limpiando de tierra y hojarasca previamente, no utilicéis bolsas de plástico, éstas, aceleran la degradación y por último, no cojáis las que ofrezcan dudas, no merece la pena; pero en el caso de estar ya en vuestras manos, separar del resto y entregar a un micólogo para su estudio, son frecuentes las aulas y conferencias que sobre este respecto se ofrecen estos días. En fin, amigos, dejaros bendecir por esta época de contradictorias sensaciones, compartir alegrías y tristezas, dando rienda suelta a los sentimientos que evoque vuestro espíritu en cada momento y por supuesto, no dejéis nunca de practicar nuestros queridos “Deportes de Campo”.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Baños

Simplemente puedo describir la visita que realizamos a la ciudad balnearia, como genial. Un grupo de buenos amigos, un precioso entorno natural, dos días por delante para el descanso y la improvisación, ajenos a cualquier horario y despreocupados de obligaciones, ¿Qué mas se puede pedir?. Llegamos a una preciosa casa en el centro de la localidad, muy próxima a la iglesia de Santa Maria (siglo XVI y XVII) con su curiosa torre de planta asimétrica, donde nos esperaban la anfitriona con los espabilados que disfrutaron una jornada más, asomando como palomitas agitadas las cuatro cabecitas por una pequeña ventana, demostrando la alegría reciproca en el momento del encuentro, subimos una preciosa escalera de madera, soltamos lastre e inmediatamente calzamos nuestras botas de traking para proteger nuestros veteranos pies de la que se avecinaba, estábamos ansiosos por comenzar a practicar nuestro “Deporte de Campo”, nada más salir, pero aún dentro del pueblo, nos encontramos una chorrera que descuelga sus aguas pasiegas bajo nuestros pies, adornando sus márgenes unas frondosas higueras cargadas de frutos, primera oportunidad para una de las muchas instantáneas que disparamos a lo largo de la jornada. Subimos dirección a la abandonada estación de ferrocarril, por calles angostas que nos brindan la apreciación de una preciosa arquitectura popular, el agua protagonista de este lugar, abunda por doquier, fuentes, manantiales y regateras acompañan nuestro caminar, pronto accedemos a una pintoresca calleja donde abundan, frutales, castaños y omnipresentes zarzales, rebosantes de moras estupendas, sería un pecado dejarlas en sus racimos maduros, dieciséis manos heridas de guerra por sus espinos guardianes, recolectaron lo suficiente para confeccionar una riquísima mermelada que en días posteriores deleitarían nuestros paladares evocando el recuerdo de la experiencia vivida. Dos colegas más, decidieron acompañarnos en esta excursión, nuestro queridísimo Chipi, un can de lo más cariñoso (uno más de la familia) y mi manoseada bota de vino, con la cual brindamos en la vieja estación por la amistad y el momento, ensimismados con las vistas que ofrece este paraje. Después del paseo, decidimos tomar un aperitivo antes de sentarnos a comer, chicha, choricito ibérico y cerveza despertaron nuestro apetito, una estupenda comida, sobre todo por la compañía, se tornó en sobremesa, con charla amena y diversión. Sin dar tregua al cuerpo, aconsejados por Taburete nos dirigimos a la garganta de la Tejea, un lugar de gran valor biológico, enclavado en la estribaciones de la Sierra de Gredos, entre La Garganta y Hervás, sin duda, un gran acierto, rodeada de robles y castaños, es un precioso lugar que desde este blog os animo a visitar, sobre todo en la próxima estación otoñal, donde a buen seguro, duplicará su encanto, tiñendo su vegetación de un manto multicolor. Paseito por Hervás, degustando sus carnes y exquisitos dulces hicieron que la noche cubriera de estrellas el cielo del barrio judío, excelente colofón a una maravillosa jornada que terminó al fresco de la terraza de la casa de Baños, donde el cansancio acumulado, provocó que inmediatamente cayéramos en los brazos de Morfeo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

REGRESO A LOS INFIERNOS

Aprovechando el tiempo libre que en esta época se nos brinda, consigo, casi sin creérmelo, tirar de mis hijos para poder disfrutar de una jornada campestre en familia, no, sin antes, haber negociado horarios, actividades, rutas y un sinfín de detalles que para ellos son de vital importancia, mientras a mi querida esposa y a mi, nos resultan tan insulsos, como irrelevantes, ya que lo verdaderamente esencial es poder pasar un día juntos en plena naturaleza. En poco más de una hora, con paradita incluida en Navaconcejo para acopiar fuerzas con un buen desayuno a base de tostadas con su aceitito de oliva, su tomatito y un poquito de jamón, llegamos a nuestro destino (aparcamiento del campamento Carlos V, (Jerte)), hace una mañana preciosa, o por lo menos a mi, me lo parece. A mis cachorros, le habíamos dicho que nos dirigíamos a “Los Pilones”, un bello paraje natural que se asemeja a un pequeño parque de atracciones acuático, ellos personalmente no lo conocen, pero nos han escuchado hablar de este lugar, en multitud de ocasiones. Será por eso, por lo que no les cuadra que no se escucha el agua, no tardan en preguntar que donde esta “la Garganta de los Infiernos”, y aprovechando la ocasión que me brinda un cartel cercano, les indico con el dedo, sin añadir nada más. El cartel apunta a una pequeña vereda empinada entre mucho follaje. –Pero tu decías que se subía un camino con el coche…, la interrumpí, inmediatamente, - si, cariño, pero de eso, hace muchos años, ahora por lo que se ve, tendremos que subir andando, -Pero es que en el cartel pone que tardaremos una hora. – No te preocupes, con tus piernas, solo tardaremos media. Y colgamos las mochilas sobre nuestras espaldas, cierto es, que mientras subíamos intentaba disfrutar del paisaje, y comentar curiosidades que se nos ofrecían a cada paso, con el aliento entrecortado, haciendo de escoba de la expedición, porque mis fuerzas, por supuesto, no son las de mis hijos, pero la rapidez de él, con la curiosidad de llegar, nos saco una legua, mientras la otra, solo escuchaba la música estridente que salía de su móvil, mezclada con un sonido que producían sus labios, entre lamento y tortura, algo así como: - puff, pues vaya cuesta -, gracias a Dios, según trepábamos mas alto, la cosa se iba relajando, pudiendo disfrutar de todo el encanto de la escalada. Pasada un poco mas de la media hora, la vereda empinada se transforma en una vertiginosa bajada empedrada, al fondo a la derecha una preciosa casa de piedra rancia adorna el camino, unas mesitas con bancos de madera y el cartel anunciador acompañado de un delator rugido de agua nos avisa de nuestra llegada. Aparece ante nuestros ojos un puente estrecho que cruza la garganta, la vista desde el puente a la izquierda nos ofrece los pilones pulidos por el paso de los años, formando inmensas bañeras de granito chorreantes de aguas cristalinas, la caída del agua forma una espuma limpia, efímera, burbujas de pureza que oxigena a las truchas que en estas aguas habitan, a la derecha un charco sosegado, cuyo fondo no ofrece secretos, invita al baño. Imagino a una pareja de nutrias, jugando entre los grandes rolos que sobresalen del agua en las orillas, haciendo travesías subacuaticas divertidas, con la rapidez que las caracteriza, para después secarse al sol serrano de estos parajes. El ciervo volador es otro vecino de la rivera, parecido a un gran escarabajo con grandes cuernos, reposa relajado en un saliente de la hojarasca de la otra orilla, y la omnipresente rana patilarga ibérica, aplastada sobre un granito en la sombra de una chorrera. Gran espectáculo, todo incluido en el mismo precio, resbalamos durante horas por las aguas y musgos de los pilones, masajeamos nuestras espaldas en las pequeñas cascadas que chocaban con la fuerza del Spa natural mas gratificante del mundo, nos soleamos como lagartos hasta que por fin, llego la ansiada hora de comer. La gobernanta de nuestra familia, nos tenía preparado un suculento menú campestre, a base de gazpacho, filetes empanados y un riquísimo pan de pueblo para acompañar. Tan deliciosa comida, pensamos que debía ser merecedora de una buena mesa, para lo cual, subimos a la zona habilitada en la parte de arriba, comenzamos a servir el primero, cuando una voladora del traje de rallas quiso acompañar como anfitriona en su territorio nuestros deseos de yantar, no le hicimos mucho caso, pues la experiencia, sabedora de otras ocasiones que no debemos molestar a esos insectos vengativos, nos hicimos los tontos y proseguimos con el ritual, la verdad, es que todo era perfecto, hasta que nuestra amiga fue en busca de unos familiares, que de ser una, pasaron a ser muchas, tantas, que no podía contarlas, me hice el fuerte, pero, por poco tiempo, la que aguanto el chaparrón fue la cocinera, que con mucho coraje, pudo recoger los manjares abandonados por cobardes hambrientos, jugándose su integridad física. Pero este contratiempo, no pudo con las intenciones y en la frescura de la orilla, a la sombra de un buen árbol, mi familia dio buena cuenta de terminar lo que habíamos empezado. La sobremesa, paso entre bromas, risas y baños, en plena armonía, con momentos especialmente intensos que siempre nos quedaran para el recuerdo. Llegada la hora, desandamos el camino, plenamente satisfechos con una jornada inolvidable que pasó de ser, la Garganta de los Infiernos, a ser, la Garganta Celestial.

sábado, 6 de septiembre de 2008

LA CIUDAD ENVIDIADA

El otro día, escuchando un programa de radio, me llamó mucho la atención de que iba el asunto. Utilizaban una palabra anglosajona, que curiosamente apadrina un movimiento basado en dotar al individuo de calidad de vida. Se llama “slow city” (ciudad lenta) y se basa principalmente en desechar las prisas, el stress, alejado del ruido de vehículos, disfrutando de zonas peatonales y preciosos jardines. Para que todo sea perfecto, es necesario practicar el “slow-food” (comida lenta), que es lo contrario de fast-food (comida rápida). Para poder ser un municipio slow city, es necesario tener una población inferior a 50.000 habitantes, no ser capital y tener cerrado el casco antiguo al trafico, además de cumplir requisitos de carácter legislativo, medioambiental y turístico. Este movimiento ha empezado en Italia, donde ya tiene 63 ciudades. Los alcaldes trabajan para reducir el ruido, ponen autobuses eléctricos, protegen los productos de allí y ponen más parques y jardines, además de calles peatonales. Y han obligado a las tiendas a cerrar 2 días a la semana. La primera ciudad lenta fue la italiana Bra. En el año 2003, treinta ciudades europeas fueron declaradas slow cities y otras tantas lo habían solicitado. En España Pozo Alcón (Jaén) ya han logrado esa denominación y Nigüelas, en la granadina Sierra Nevada, está gestionando su adhesión al movimiento. Entre esas ciudades es curioso la ciudad Bra, el reloj del pueblo esta retrasado 30 minutos, donde además alberga la sede del movimiento slow food. Si vamos por puntos, en primer lugar, no me gustan las palabras anglosajonas, sobre todo si pueden ser sustituidas por palabras que utilizo Cervantes, ya que nuestro español, es probablemente el idioma más rico que existe, no sólo en vocabulario, sino en significados, pero aún así la globalización e Internet nos han obligado a asumir el uso cotidiano de palabras extranjeras que poseen o no, un equivalente en nuestra lengua. Como idea de ciudad, me parece estupenda, es como retroceder en el tiempo y hacer las paces con la naturaleza, pero en el fondo me siento herido como ciudadano del mundo, ya que limitar para conceder es jugar con ventaja, Cáceres es capital de provincia y por supuesto, tiene mas de cincuenta mil habitantes, pero señores, ¿Vds. han estado en Cáceres? En segundo lugar, quiero destacar que no hace falta poner un tope de habitantes, pues la forma de vida la marcan las personas y sus costumbres, no tiene sentido que en Madrid todas las personas corran en los andenes de metro, cuando, cada 5 minutos tienes uno, seria mas lógico correr en Cáceres, que los autobuses pasan cada cuarto de hora, pero aquí no corre nadie, parece que todos estamos jubilados. Ya no te cuento, si me encuentro con varios conocidos, que es muy frecuente, bla, bla, bla…, en andar cien metros, media hora, pero no pasa nada, lo primero, es lo primero. El tema de la comida resulta complicado, pues se de buena tinta, que en nuestra ciudad los restaurantes rápidos tienen grandes adeptos, pienso que mas por tema económico que por otra cosa, pero todos los que frecuentan ese tipo de establecimientos, también se pirran por una buena comida sosegada (las tencas, no se pueden comer con prisas), el vino bebido a grandes sorbos, puede sentar mal y los tomates de huertos cercanos o frutas orgánicas, como llaman ahora todas las que hemos comido de toda la vida, siempre han presidido las mesas de esta ciudad. Por ultimo, incidir que nuestro casco antiguo es de lo mejor que hay en España, que no se puede mermar la libertad de sus vecinos en la utilización de vehículos, pues mermaría también su calidad de vida. Y como de calidad de vida hablamos; sin desmerecer estos pueblitos tan organizados, puedo asegurar que Cáceres podría perfectamente ser la capital europea del movimiento “CIUDAD ENVIDIADA”. Los habitantes de nuestra ciudad divisan campo desde la mayoría de las calles, nuestro cielo de perfecto azul, es uno de los mas poblado de aves de toda España, nuestras costumbres de lo mas sosegadas, y de nuestra gastronomía, ¿que queréis que os cuente?. Mi hermano tiene adelantado el reloj del comedor veinte minutos, para poder llegar puntual (fijaos si se vive relajado), las relaciones interpersonales son de lujo, nuestro carácter es elogiado por todo el que nos trata, además de tener los alrededores campestres más variados que se pueda imaginar (sierra, huertas, llanos, dehesas…) para realizar todos los deportes de campo que nos apetezca, a tan solo cinco minutos del centro, andando, pero es cierto, que mis paisanos, abusan un poquito del utilitario, puede que esa sea la asignatura pendiente de nuestra forma de vida. Para terminar, permitirme una aclaración, pues alguien puede pensar que si no me gustan las palabras sajonas, ¿Cómo es que mi seudónimo es McArthur?, pues bien, los que me conocen saben perfectamente que este apodo no proviene del gran coloso americano, por eso, queridos amigos, quiero invitaros a todos a reflexionar sobre nuestra ciudad, animaros a disfrutar de lo nuestro, sencillamente, abusando de la habitual rutina sosegada con conocimiento de causa, ya veis, en otros lugares ansían nuestra forma de vida, la vida de nuestra “CIUDAD ENVIDIADA”.

BIENVENIDOS A DEPORTES DE CAMPO

El regreso a nuestros origenes, la pasión por la naturaleza.