jueves, 10 de julio de 2008

GUIA PRACTICA II

En esta ocasión, me gustaría aconsejaros en otras situaciones que pueden ofrecerse en nuestros deportes campestres, siempre haciendo hincapié en vuestro criterio, que será en todo momento el que decida la solución al problema. Esta guía, es solamente un manual editado por experiencias vividas y resueltas en unos casos satisfactoriamente y en otros, no tanto. Cuando era pequeño, me enseñaron que no se debe bajar las cuestas corriendo, es normal, pero cuando eres un chiquill@, no se hace caso a los mayores, falta entendimiento y sobra rebeldía, también me enseñaron que la cuestas se deben subir en zip-zap, pero cuando faltan años, sobran fuerzas, moraleja: sube y baja como te de la gana, la experiencia te dirá si realmente lo estas haciendo bien o mal. Viene esto, al caso, que tantas veces me enseñaron, que cuando viera un panal de abejas o lo que es peor, de avispas, lo ignorara, como el gitano, ignora un pico, ya que es ganado guerrero que no gusta de ser molestado, siendo mas osado un ladrón de colmenas que un encantador de serpientes y aun sabiendo la doctrina, erré como un pardillo, me empeciné en saciar mi gaznate en la fuente llamada del Escaramujo, delicada agua cana, fresca en su contenedor rocoso, envuelta en el calor de un sol ardiente, rodeada de hiervas aromáticas y como no, de avispas que tenían el mismo gusto que yo. Quizás pensé, que unas cuantas, no era panal, ni tampoco ejercito suficiente para arrebatarme la intención, pues unos insectos tan pequeños, no podían proferirme tanto dolor, como mi reseca garganta martirizaba mi conocimiento. Lo mismo que tarde, en inclinarme de rodillas, para llenar una lata multiuso (todo el que hacia uso de la fuente, utilizaba la misma lata), tardaron dos de ellas en lanzarse camicaces contra mi torso desnudo y otra en mi pierna canija, inyectando su ponzoña venenosa, que como un latigazo seco e inciso, hizo poner mi carne de gallina, provocando un intenso escalofrió que me hizo reaccionar de isofacto, retrocediendo de inmediato y soltando el envase que vi caer como un fotograma a cámara lenta, vaciando su contenido en el mismo lugar donde fue recogido. El gran Goliat, al escuchar mi despavorido grito, acudió en mi auxilio, comprendió de inmediato la situación y no tardo en hacer una mezcla de tierra y orín, que se convirtió en barro balsámico, tal y como a el le habían enseñado nuestros mayores, con la diferencia que a el seguramente se la hicieron con agua del botijo, pero cuando vio la nube que revoloteaba en sus inmediaciones, cambió los componentes del calmante, al fin y al cabo, era barro. Cogiendo un poco con su mano, se dirigió hacia mi con la intención de aplicar aquel emplaste sobre mi enrojecida y abultada piel, pero no, yo correteaba como una cabra loca por aquel campo, me habían vencido las del traje de rallas, pero no estaba dispuesto a ser embadurnado con herrumbre de otro, en todo caso, si fuera la mía…, pero el tiempo pasaba inexorablemente, corriendo en mi contra, cada vez el dolor y la hinchazón eran mas fuertes y mi espíritu se doblego a la evidencia, no había quien se acercase a esa fuente, yo, no se, si no tenia ganas de mear o es que no podía y el único barro, era el que sostenían los dedos manchados de mi curandero. No pienso daros el gusto de entrar en más detalles, pero es consejo de este manual, que paséis por una farmacia y llevéis siempre encima un antídoto de amoniaco en vuestras salidas campestres, sobre todo en los meses de verano, pues son muy eficaces, están tratados sanitariamente y evitareis situaciones indeseadas, que bastante se pasa con el picotazo.

BIENVENIDOS A DEPORTES DE CAMPO

El regreso a nuestros origenes, la pasión por la naturaleza.