lunes, 7 de abril de 2008

EL PASEO ALTO, LAS HUERTAS Y LA MONTAÑA

Quizás serian mis primeros vuelos, poco a poco, las lindes que delimitaban la libertad de movimientos se iban haciendo cada mas extensas, tanto que el tiempo que teníamos para ir saliendo del barrio se hacia escaso y los trayectos que la pandilla recorría era casi siempre corriendo, claro que a esa edad pocas veces se aceleraba el corazón por ese motivo, mas bien, eran nuestros descubrimientos los que realmente ponían en tensión la corriente sanguínea de nuestras arterias. Ya con el tiempo bueno, seguramente en el mes de abril o mayo, salíamos los amigos a campear por el Paseo Alto, los entretenimientos de ese parque cercano a la urbe pero al mismo tiempo distante por su alta vegetación, la cual aislaba de los pocos ruidos de entonces eran por aquellos entonces de búsqueda de utensilios para la fabricación de artefactos bélicos, una rama para fabricar el arco de “flecha negra”, una buena orquilla de acebuche para el tirador de “Zipi y Zape”, tablas que no estuvieran retorcidas para la fabricación de las pistolas de pinzas de la ropa, o cañas muy largas para atrapar murciélagos. Sin darnos cuenta, pasaban las horas en la consecución de tan raros utensilios, los cuales competían después en la calidad de sus materiales y el afinamiento para el fin que se habían creado. Una vez pasada la primavera, y con el estío dominando el calendario, frecuentábamos el frescor de las huertas, siempre con respeto a las paredes que saltábamos para no hacer daño, tomábamos algunos frutos, enajenando a sus árboles del peso de los mas grandes, exuberantes brevas moradas, dulces manzanas, reventotas granadas, y acorchadas zamboas. Cada una de estas frutas tenían su temporada, después de la tensión de la intrusión en huertos hacíamos corridas al sprint a la voz de ¡que viene, que viene!, después buscábamos descanso encaramados en algún árbol amigo disfrutando de tan ricos manjares que debido a la inexperiencia, estaban todavía faltos de maduración, sabiéndonos todos al día siguiente visitadores de nuestro amigo roca, con tal frecuencia, que intentábamos inventar juegos donde ni sentarnos, ni correr mucho fuese necesario. Cuando salíamos del colegio, casi en las faldas de la Montaña, practicábamos un deporte de lucha que gozaba de muchos adeptos, verdaderos profesionales de la materia se daban cita a la salida, formándose multitud de corros. Se trataba de lucha entre tarántulas, la técnica no era muy complicada, pero el participante novel, casi siempre se quedaba sin jugar debido a la tardanza en conseguir a su púgil. Con un palito no muy grueso, una vez encontrada la entrada al tarantulero, se levantaba la tapa con cuidado (en ocasiones costaba, porque el aranido sujetaba con fuerza su puerta) después se metía en la cueva una florcilla amarilla, de esas que ahora con el cambio climático salen en enero, menos los profesionales, que metían su cadenita de oro o plata (que eran pocos). Tras un leve balanceo, se notaba la tensión, y en un rápido meta y saca, salía prendida la tarántula (unas más gordas que otras). No se, si realmente se peleaban o se abrazaban porque hacia mucho que no se veían, la verdad es que no se soltaban y nosotros de aburrimiento las dejábamos y nos íbamos a comer que ya era hora. Otras veces, al salir por la tarde del colegio (antes de las canículas), pasábamos desde las huertas a fuente fría y subíamos por la trocha a la montaña, mas de una vez vimos el ocaso sentado en sus canchos, y mas de una vez apostillamos nuestras rodillas y codos en el asfalto caliente de la carretera cuando nos caíamos en carreras de velocidad frenética, así, como mil caballos de sonoro galope, notando el vaivén de los carrillos y la flojera de piernas que se movían de una forma casi mecánica y descontrolada, bajando a Fuente Concejo en menos de un segundo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusta lo que escribes tio, a pesar de que ya sabes que los recuerdos no son mi fuerte jajaja
pero me gusta mucho lo que escribes, a pesar de la distancia de edad, tambien me siento identificado don esos juegos y correrias.
un abrazo

el bola

BIENVENIDOS A DEPORTES DE CAMPO

El regreso a nuestros origenes, la pasión por la naturaleza.